Nada está escrito

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jueves, 1 de julio de 2010

Una encrucijada

Y miramos a nuestro alrededor y descubrimos que las posibilidades son simplemente infinitas. Unas mejores que otras, otras más tentativas que algunas, alguna cada vez mejor que la anterior. Y ahí viene la encrucijada, justo ahí, cuando todo nos gusta tanto que no sabemos que nos gusta más.
Es verdad; no soy buena para tomar decisiones, lo se bien. Me toma tiempo, a veces con cosas tan sencillas como escoger entre helado de chocolate o de mora.
Se me enreda el alma, la mente, mi corazón, mis antojos y mi razón. Tantas cosas en mi cabeza; tantas razones de un lado o del otro, ideas, miedos y ambiciones, hay tanto en mi cabeza que simplemente parece que no hay nada. Dentro de mí el tiempo se detiene, aunque afuera este sigue su transcurso haciendo parecer que cada segundo llega más pronto que el anterior.
Y llega el momento de decidir, de adelantar mi propio tiempo lo suficiente para lograr alcanzar el tiempo real, de mirar a alguien a los ojos y transmitir tantos pensamientos en una sola idea.
Decidimos y se termina la encrucijada sin saber si fue ese el mejor final que se le pudo dar...

A la hora de escoger, las monedas parecen ser más decididas que yo, quizás debería dejarme aconsejar por ellas un poco más...

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